Oye Germán, ¿cómo es que te nos fuiste tan de repente? Eso es de muy mala educación. Bueno, ni modo. Recuerdo cuando mis padres me llevaron a la Planta de Luz a verte, yo de primeras no quería ir porque ¿para qué pagar para ver a un viejillo diciendo cosas de viejos? Tonto de mí. Hablaste de cuando tenías 20 (como yo en ése entonces), y yo no paraba de reír. Como disfruté de tus anécdotas, de tus bromas, de tus andanzas por la ciudad. Y desde entonces ya no pude dejar de leerte. Muchas gracias Germán Dehesa, te extrañaremos mucho, muchísimo.