El Diablo y Yo
Caminando por la ciudad, cuatro primos y yo decidimos salir de la fiesta porque una de nuestras primas se había perdido. Andando por la oscuridad de la noche, parecía que había llovido por que las calles brillaban al reflejo del alumbrado público. Pequeños riachuelos se descargaban cuesta debajo de las calles adoquindas de piedras alisadas. Una voz áspera atronaba entre la oscuridad. Alguien nos llamaba, por aquí, por allá, entre calles coloniales, negras y cada vez más estrechas. Total que fuimos a dar a un edificio viejo de dos plantas. Entramos, lo poco que se podía ver eran unas paredes descarapeladas y muebles bastante viejos y podridos.
La voz nos llamaba desde el piso superior. Subimos por la casi derruida escalera, y cuando asomamos al piso superior vi a un señor dándonos la espalda, mirando por un ventanal que daba a la calle.
El hombre vestía un traje oscuro, era alto alto, miré su amplia espalda y fumaba.. Le dio el golpe a su cigarro, sacó el humo para después bajar el brazo. Fije la mirada en su hombro y la bajé lentamente hasta su mano, la cual estaba roja como quemada, no tenía piel, y hasta entonces me di cuenta que su cabeza por atrás lucía igual.
Se volteó y nos miró, su cara era tan espantosa que te cagas. Hizo una extraña mueca, creo que sonreía. Poco a poco se fue acercando a nosotros. Tenía unas protuberancias en la frente, pero no eran cuernos sino una masa viscosa bastante… no sé… rara.
Cagamos leches (como dicen en España). Era tan grande la impresión que ni se nos ocurrió correr a las escaleras.
-No mames, no mames güey. –Pensé. -¿Qué pedo?
Yo caí sobre mi trasero, con los codos y talones me empujé hacia atrás hasta que mi cabeza se estrelló con la pared. Los demás se echaron para atrás pero no corrían sólo allí estaban los güeyes, quietecitos.
-No es posible. Le dije. Tu no existes. Yo no creo en ti. ¡No puede ser, no es posible güey!
Para entonces ya no era católico, no creo en el infierno y esas tonterías que sirven para manipular a la gente. Siempre había pensado que el diablo era un invento de la iglesia y sin embargo estaba allí en frente de mí viéndonos, como que estaba divertido, como que le hacia gracia la cara de espanto que poníamos. Que cabrón.
-Gracias por venir. Los estaba esperando desde hace un tiempo. –Dijo él.
-¿Por qué nos has traído hasta acá? ¿Qué quieres? – Le pregunté.
-Los quería conocer. Por eso los traje.
-¿Quién eres para traernos así? ¿Para qué nos has traído hasta acá?
- Yo soy quién ya conocen desde siempre. Quiero platicar con Uds. Conocerlos. Ustedes me buscaban y aquí estoy.
-¿Por qué?
-Para decirles que yo no existo. Sólo soy un símbolo, una pequeña representación.
-¿De qué hablas?
-Yo soy lo que ustedes desean ser. Desde lo más profundo lo saben. Soy el papel que quieren jugar en esta realidad. Soy su creación.
-¿Y qué papel es ése?
-El de la completa Libertad.
-Hablas del libre albedrío… pero la libertad es dada por Dios. “Somos a su imagen y semejanza”. ¿Eres más poderoso que Dios?Se enojó un poco porque hizo una mueca horrible.
-¡Una Libertad condicionada! Por eso uds. me buscan. ¡No me hables de Dios! El no tiene el poder que por mi les concede.
Ahora estaba que me moría de miedo, y es que no entendíamos y eso le enfurecía.
-Que al crearme a mí se recrean ustedes. Se reinventan. Pero en la realidad, en el universo, lo dan todo por sentado y no quieren ver más allá. Se olvidan, son arrogantes.
-¿Que significa que lo damos todo por sentado?
-Que se vuelven ciegos a lo que los rodea y por ende a sí mismos.
Entonces el demonio distorsionó la realidad. Las paredes empezaron a temblar y se hicieron como de goma, se derritieron hasta hacerse acuosas y de repente ya no era de noche, sino de día. Y todos caímos a un océano de agua cristalina pero no flotábamos sino que caíamos como piedras al fondo del mar. Aún así nunca tuve la sensación de que me ahogaba.
Mientras nos hundíamos podía ver una luz brillante, y escuchar la voz del demonio.
-Hasta que sean la luz entenderán.
No comprendo.- Pensé.
-Hasta que sean la luz entenderán, verán con claridad y podrán entrar.De momento no tengan miedo a la oscuridad, porque es necesaria para ver la luz.
¡Y madres! Me desperté sudando. Por suerte no me hice pis. En realidad la conversación con el Diablo duró mucho tiempo y trató de otros temas pero de lo demás no me acuerdo. Pero de esto poco lo recuerdo bien aunque no fueron sus palabras exactas. No estoy seguro si era un mensaje de esperanza o una advertencia, por andar buscando respuestas difíciles durante la cruzada o que rayos fue eso. Además me quedé bien asustado porque ha sido el sueño más lúcido que he tenido. Horriblemente nítido. Desde entonces decidí ya no más tacos antes de dormir, ni cenas pesadas, ni ver pelis de horror antes de acostarme.