¡Chango en aprietos!

Pues resulta que pasé el fin de semana con mis amigos en Acapulco. El sábado hice unos de los osos más grandes de mi vida, en realidad no sé si debo escribirlo... pero ya encarrerado el gato; ya ni pex.

Nos quedámos en unas residencias en Acapulco diamante, y nadábamos todos en la playa muy tranquilos. Y yo , chango zonzo, me separé del grupo, porque aunque la las olas son agresivas, se puede tocar el fondo hasta varios metros hacia el mar y el agua llega hasta los hombros, y por eso es bien fácil confiarse.

Me adentré bastante, y saltaba con cada ola para que no me pasará encima. En una de esas, dejé de tocar el suelo. Me sorprendí mucho, así que me sumergí y nadé fuerte, me detuve para recobrar aire y al querer pararme otra vez no pude. Lo malo es que pasó otra ola que me sumergió y me empezé a asustar porqué soy pésimo para nadar. No me dí cuenta que aunque nadaba la corriente me jalaba hacía el mar poco a poco.

Mientras mi cuates me gritaban desde la orilla. Octavio me decía que me calmara pero yo me estaba empezando a desesperar. Cada ola me jalaba hacía atrás y me hundía. No podía respirar, así que en lugar de nadar hacia adelante trataba de mantenerme a flote y atrapar pequeñas bocanadas de aire. Por unos segundos pude tocar el piso, y me pareció muy irónico que habiendo un cielo clarísimo, el día estaba poca madre, el viento refresacaba rico yo estaba de idiota luchando por no ahogarme. Me enojé mucho y me avergonzé al mismo tiempo; por meterme en una situación tan estúpida. En eso otra ola me hundió como piedra.

Pensé que tarde o temprano alguien vendría por mí... debían de, porque me empezé a sentir muy cansado. A lo lejos ví a un chico que nadaba hacía mi. Me sentí mucho más calmado aunque me preocupaba mucho que me entrara agua por la nariz o que pasara mucho tiempo sin respirar porque no quería tener un daño cerebral mal plan. En realidad nunca pensé que iba a pelar. El chico llegó y con un salvavidas me jaló un poco a tierra hasta tocar tierra pero aún dentro de las atropelladas olas. Le dije que lo sentía mucho, pero que no podía salir y que estaba bien cansado. Pero él no se veía tan preocupado. Y ya llego otro señor con una tabla y así salí, dando tumbos, con la dignidad por los suelos.

Les dí las gracias a los chavos, en verdad fueron super buena onda, me medio regañó el tipo de la tabla. Y mis cuates llegaron y también había otros turistas viendo. Viri es quien había avisado al salvavidas y Octavio me trajó una piña colada. Y Monse, Pili, Fer y Felipe buena onda.

Esa noche dormí como chango, dormí un buen y soñé que estaba en casa de Raquel en Sannois, y estaban Lalo, Kim, y varios amigos, no sé porque. Hacíamos nuestras maletas, y estaba triste porque regresaba a casa.